jueves, 3 de diciembre de 2009

Groundhog Day

Imagina que no envejecieras. Pero que tampoco transcurrieran tus días. Imagina que cada noche cierras tus ojos y a la mañana siguiente, el despertador de radio se prende a la misma hora, en la misma estación, con la misma canción y con el mismo comentario del locutor. Y para colmo, en un pueblo pequeño, aislado por una nevada. Si eso me ocurriera y no tengo nada mejor que hacer, espero que al menos la estación sea UFM alterna de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (http://www.ufm.uaem.mx/). Estoy seguro que sabría adaptarme para divertirme en tanto el tiempo se recicla sin parar. Pero con tan pocas opciones, un día que solo tú eres capaz de reconocer como repetido, se volvería aburrido en cierto momento. Y ese es el argumento de la película El Día de la Marmota o Hechizo del tiempo (Gronhound Day) estelarizada por Bill Murray y Andie MacDowell, donde un reportero del clima se ve atrapado en las circunstancias arriba referidas hasta encontrar la forma de salir de esa paradoja temporal. Y esto me permite reflexionar sobre el paso del tiempo. En determinado momento, llegamos a envejecer. Los estragos que la vida va dejando se ven reflejados en nuestra salud. Y es lógico que aunque no queremos vivir para siempre (creo yo) y tampoco quisiéramos repetir el mismo día una y otra vez, si queremos que la vejez y sus consecuencias físicas en nuestros cuerpos se retrasaran. Y esto es algo que se está investigando últimamente con los efectos de compuestos que alargan el tiempo de vida de los organismos y disminuyen los efectos del envejecimiento. Principalmente me referiré a la fitoalexina conocida como Resveratrol y el policético macro cíclico Rapamicina. El Resveratrol es un compuesto derivado de algunas plantas, como el riubarbo, los cacahuates, el pino, pero principalmente es producido por la uva, y se acumula en el vino rojo de donde fue aislado inicialmente. Este compuesto activa una deacetilasa denominada SIRT1 la cual remueve grupos acetilo de los aminoácidos en las proteínas, y sus efectos afectan la estabilidad de proteínas, tiene efectos en vías de señalización intracelular y en la regulación de la expresión genética, lo cual al final permite ver los efectos de protección sobre enfermedades relacionadas con la vejez algo que ha convertido al Resveratrol en una molécula de interés económico (http://money.cnn.com/2007/01/18/magazines/fortune/Live_forever.fortune/index.htm?postversion=2007011912). Y la rapamicina (nombre que proviene del lugar de donde se descubrió: Isla de Pascua o Rapa Nui), producida por el hongo Streptomyces hygroscopicus, inicialmente fue descubierta como un antibiótico, pero ahora se sabe que actúa inhibiendo una vía de señalización denominada mTOR (m por mamíferos) la cual está muy conservada en eucariontes, pues se conserva desde las levaduras hasta los humanos. mTOR funciona como un detector del estado nutricional, energético y redox de la célula y controla la síntesis de proteínas. Se ha demostrado que la inactivación de la vía TOR por la rapamicina extiende la duración media de la vida en todos esos organismos, un efecto similar al que se observa con algunas formas de restricción calórica (http://scienceblogs.com/notrocketscience/2009/07/rapamycin_-_the_easter_island_drug_that_extends_lifespan_of.php?utm_source=selectfeed&utm_medium=rss?utm_source=networkbanner&utm_medium=link). En resumidas cuentas, tal vez no nos toque vivir un día repetido eternamente, pero lo que podemos llegar a hacer es tomarnos nuestra pastilla de rapamicina, sentarnos a ver una buena película y disfrutar una buena copa de vino en las noches. Al menos llegaremos a viejos con menos achaques.

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